lunes, 22 de abril de 2024

MADRID

 Ahora está en la ducha. No nos hemos dicho te quiero al acabar, tampoco hemos planeado un mañana. Ha llegado como una tormenta y aún suenan truenos aquí dentro. (Aquí dentro es mi pecho). Tengo goteras en el alma. Me ha dejado su sabor en la lengua. Es una mezcla extraña. Como de helado de vainilla con cianuro por arriba. Como el amor pero follando. Tengo la escena de su apertura de piernas clavada en la memoria, como un almanaque donde están rodeadas las vacaciones. No llevaba bragas. Dijo:

- Poner obstáculos cuando ambos sabemos el camino es absurdo.

Me puse de rodillas pero ella eligió otro tipo de eclipse. Así que me tumbó en el suelo y poco a poco fue bajando sus caderas hasta mi cara. Nunca la oscuridad ha albergado tanto placer. Antes de hacer desaparecer el hambre, ha estado jugando a abrir y cerrar la persianas de mi vida. Bajando y subiendo. Dejando solo un roce en mi lengua. Un beso en la orilla. Un dedo en la luna. Apartando el paisaje de repente para jugar con su pie descalzo a hacerme cosquillas imposibles por dentro de la piel. Desde mi polla a mí lengua. Desde mi lengua a mi polla. Apretando donde el corazón ya palpitaba su baile, incluso antes de que empezara la música. Se ha inclinado para tatuarme con saliva su nombre en mi vientre y una vez era dueña ha mostrado su sonrisa. Como si en ese momento ya no hubiera nada prohibido. Ni siquiera enamorarse. Cuando he intentado devolverle la sonrisa, ha ocurrido el ocaso. Se ha hecho de noche en mi boca y se ha hecho mar toda la casa. He jugado a la muerte con todos los sinónimos de la asfixia. He llegado tarde al suicidio cada vez que me regalaba un suspiro apartando unas décimas de segundo el infierno de mi rostro.

Ahora está en la ducha. Tengo en la espalda un mapa hecho a base de caricias, de como llegar al orgasmo sin tocarme siquiera. No parece que vaya a dejar de llover en toda la noche. Por lo menos aquí dentro. (Aquí dentro es mi vida). Tengo la escena como un tatuaje en la memoria del momento en el que se ha apoyado en la encimera y su culo ha ondeado como una bandera en territorio enemigo. Completamente desnuda ha dicho:

- Cuando la guerra es inevitable, la paz es cobardía.

Y he entrado en su hogar como quien siempre tuvo las llaves. Tan dentro que podía haberme hospedado para siempre. Su espalda arqueada, sus piernas duras, su culo tenso. Su cabello suelto, salvo cuando mi mano le ha puesto precio a su libertad y lo ha agarrado con fuerza. Como quien tiene miedo a caerse. Tengo clavado sus gemidos en el pentagrama del recuerdo. Podría silbarlos. Hacerlos canción. O banda sonora. Podría bailar el resto de mi vida sin tropezar ni una sola vez con el olvido.

Ahora está la ducha. No hay promesas a las que agarrarse. Ni frases a las que claudicar. No hay taxis en la puerta. No hay prisa. Los charcos a estas alturas de la noche son lagos donde salir a flote, cuesta algo más que seguir nadando. Ambos esperamos una palabra o el naufragio. Sabemos que las islas son sueños y que ir a la deriva es más divertido. Tengo grabada a fuego la escena en la que me ha besado justo al acabar. Y ha dicho:

- Es mentira eso de que después de la tormenta viene la calma. Si la tormenta soy yo, no acabo nunca.

Y se ha girado como una peonza ofreciendo su culo a mis ojos. Caminando hacía al baño con esa seguridad de quien aunque se aleje no se va nunca. Con su olor en mi piel barajando las cartas del destino. Con el eco de su nombre aquí dentro. (Aquí dentro es mi cabeza). Con ese dulce caos de su ausencia, comiéndole la boca a su recuerdo, como si el amor con ella, no se acabara nunca.

Ahora está en la ducha. Y es la única estupidez que ha hecho desde que vino. Ducharse. Porque justo cuando acabe, cuando salga, se hará de noche de nuevo. Y habrá otro eclipse. Y otra lluvia. Y truenos. Y su espalda arqueada. Y su pie en mi boca. Y banda sonora. Y una enorme tormenta.

Y tendré que darle la razón sobre la calma.

lunes, 15 de abril de 2024

LA HABANA


 Desconozco si hay alguna sensación mejor a la de sus tacones subiendo la escalera que da a mi casa. Dudo mucho incluso que haya melodía más afinada que esa. Tan llena de presente, como de incertidumbre. Porque aunque el fin suele ser siempre el mismo, el principio varía dependiendo del hambre que tengamos. Porque aunque el precipicio sea el orgasmo, el camino hasta llegar a él está lleno de obstáculos como ese vestido atado al cuello que se pone a veces, donde el nudo te hace perder la paciencia mientras su risa colorea los suspiros que me despierta su nuca. O lleno de atajos como su sombra dibujando en la pared una postura a la que solo le falta un ladrido para llenar toda la casa de palabras esdrújulas. Los peldaños son teclas de piano, luego hace sonar el timbre y acaba la canción con un hola al abrir la puerta. Lo demás, lo que ocurre luego, no es música pero tal vez se podría considerar poesía. Una poesía húmeda como los jardines de Oslo. Ella dice que los poetas somos todos unos mentirosos, que si le voy a escribir algo sea con la lengua en la espalda. Es más real que un tatuaje y duele menos. A veces, cuando ya hemos saltado por los aires y descansamos el sudor tumbados en la cama, mirando al techo, yo me paso por su columna vertebral y le cuento aquello que no sería capaz de hacer frente a un folio. Nunca quiere saber qué significa, dice que el idioma que importa, el de verdad, el que es más sencillo de traducir, está en las cosquillas, no en el verbo. El sexo es sucio, no hay un te quiero en la penetración, no hay gemido que solamente signifique placer, a veces nos duele y a veces el aire se convierte en regalo y el insulto en apodo, y el dolor en maestro. Duele mucho más su ausencia que cien mordiscos. Su adiós que mil azotes. Su olvido que cualquier herida abierta. “La herida es recuerdo, la cicatriz olvido”. Eso dice mientras me graba su nombre en el cielo de la boca. Luego se mete por mi piel y crea un laberinto desde mi cuello a mi alma, desde mi alma a su coño. Y me pierdo claro. Me pierdo tantas veces que dejo de buscarme si no la encuentro, que dejo de encontrarme si no la miro.

Supongo que más pronto que tarde dejará de venir. Le arrancará a mi vida la banda sonora de sus pies golpeando el mármol y en las noches frías que vendrán, tendré que inventarme un eco para seguir el ritmo.

Pero mientras tanto, mientras el futuro no me apuñala por la espalda y toda la incertidumbre le cabe a mi vida en un cajón de la mesita de noche, yo aguardo su llegada, su bendita canción, su preciosa melodía.

Y bailo, bailo mientras tanto.

lunes, 8 de abril de 2024

ZAGREB


Miente,miente de vez en cuando,

decir siempre la verdad,

es una falta absoluta de imaginación

y un hombre sin imaginación, 

es como una piedra en el fondo del mar.

Solo te descubrirán si molestas

y será para lanzarte más lejos.

Llora,

llora al menos una vez a la semana,

no tener un solo motivo para hacerlo es en sí,

el motivo más enorme.

Llega tarde a una cita alguna vez,

si nunca tienes ninguna,

queda contigo mismo y no aparezcas.

La nostalgia siempre es más llevadera si depende de uno mismo.

Apaga algún fuego,

si no eres capaz de encontrar un solo incendio

no te quejes cuando finjan los orgasmos.

Ríe,

ríe a todas horas y en todas partes,

rómpete si hace falta en otra boca,

ríete de ti mismo si es preciso

pero nunca lo hagas en las fotos.

Que nunca nadie pueda acusarte de que fuiste feliz,

porque el éxito es un bien imperdonable.

Pero sobre todo ama,

ama hasta que te rompas en pedazos,

hasta que te tachen de loco,

hasta que la vida te palpite en la punta de lengua

y el corazón en el borde de tu pecho.

Ama hasta que el amor sea propio,

hasta que lo propio se haga mutuo

y lo mutuo infinito.

Porque solo amando tendrás la sensación de haber vivido.

De estar viviendo.

De seguir vivo.


lunes, 1 de abril de 2024

ANKARA


Ella dormía desnuda.

Decía que era un modo de espantar las pesadillas.

¿Crees que algún monstruo se atrevería a asustarme

si me ve así ? –Decía levantando las sábanas

y dejando que el paisaje me devorara los ojos.

No era necesaria mi respuesta,

cuando habla la mirada, sobra la lengua.

Como si el monstruo fuera yo,

por casa tampoco usaba mucha ropa,

un simple movimiento cotidiano

se convertía en un festival porno,

un roce por el pasillo una aventura,

un tender la ropa un espectáculo.

Al miedo- Decía-

"No es necesario hacerle frente,

si lo haces, él intenta hacerse más grande

pero si lo aceptas, si te acostumbras a él,

se aburre y se va"

Y aquí estoy acariciando al miedo,

mientras tu fantasma desnudo

se pasea por casa

y en todos los rincones

aguarda el monstruo enorme de tu ausencia

esperando a que me duerma,

para asustarme.

lunes, 25 de marzo de 2024

VICTORIA

  

Prefiero de rodillas, o yo tumbado y tú en mi cara. Prefiero que falte aire y que el que sobre huela a ti. Que si sales de la habitación tu perfume me diga lo contrario. Prefiero sin música, con la luz encendida, ni cenas, ni velas, ni postales que nunca superarán la belleza de tu espalda desnuda. Las cosquillas con las uñas y los besos con los dientes. Prefiero que duelas, que te agites como una flor bajo una tormenta, que no sepas conjugar verbos en singular, que me aten tanto tus palabras como tus brazos. Prefiero llamarlo follar, que no te quites los tacones, ni el orgullo y aún así "puta" te llegue a parecer la palabra más bonita de la noche. Prefiero tu saliva a otra copa, tus tetas a otro plato, tus manos a otros sueños. Prefiero que me hables de locura, que mi lengua nunca signifique rutina. Los versos a traición, los "siempre" con los ojos, los "casi" abolidos. Prefiero a cuatro patas y que ladres o te pongas encima y me bailes. Los tangas sin armario, las bragas en el suelo. Los sueños en gotitas de sudor, que podamos cumplirlos al lamerlos. Prefiero tan al fondo que al salirme, te sientas una extraña en el vacío. Que tengas que decir mi nombre para conocerte, que tenga que responder el tuyo para que sonrías.

Prefiero en la cama y en el suelo. Prefiero en la cocina y en el baño. Prefiero en la encimera, en una silla. Prefiero en cualquier sitio que me digas, no hay más dirección que tus caderas. No quedan más caminos que tus piernas. No busco más placer que el de tu orgasmo. Prefiero aquí y ahora y luego, luego. También prefiero siempre y por si acaso. Y por si acaso siempre.

Te prefiero.

lunes, 18 de marzo de 2024

JARTUM



Me siento en el banco desde donde se ve el mar.

Lo especial, sin embargo, 

no es el inmenso charco de agua azul,

azul como el amor de la infancia. 

Lo hermoso no es la bandada de gaviotas, 

ni los veleros moverse con el aire, 

que parece que van a besarse

y se apartan justo antes del roce. 

Tampoco el cielo, que parece asomarse a un espejo 

donde jamás sale horrible. 

No como yo, que aún no he encontrado un reflejo

que decore mi autoestima. 

Supongo que es complicado de entender, 

pero lo que importa, 

lo que hace este lugar maravilloso es el banco.

Aquí, cuando el silencio no lo interrumpe una moto

o los niños del parque dejan de caerse

o descansan los columpios aliviados del peso

y las madres dejan de colocarle

medallas invisibles a sus hijos. 

Aquí, todavía se escucha tu voz.

Todavía estás húmeda del último baño 

y tu sonrisa hace el amago de atravesar 

la nostalgia y romperme la boca. 

Aquí estuvo tu culo, redondo como luna llena,

sentado y demostrando que lo hermoso, 

no estaba en frente, si no a mi lado.

Ahora, a mi lado no hay nadie.

Aunque, a menudo,

una sombra corretea por mi piel 

y por momentos,

te hago las mismas promesas

que ni siquiera la inercia

me ha invitado a cumplir. 

No he dejado de fumar para que me eches la bronca.

Y aunque las canciones de las que me hablas

han pasado de moda,

las tarareo con esa crueldad

de quien odia la música

si no eres tú la que la bailas. 

Hablamos de cuando las cartas 

eran como aviones de papel

que nos movían del sitio. 

No hay un lugar del mapa 

en el que no haya sido feliz contigo. 

Incluso cuando ellos comenzaron a estrellarse,

yo junté todo lo que quedaba de ti 

y me hice un recuerdo. 

Crearse un recuerdo es lo que hacen

aquellos que no tienen cojones

de crearse una vida. 

Que dejaron de dar vueltas a la ruleta, 

aún sabiendo que la suerte estaba de su lado.

Bastaba con decir tu nombre en voz alta

para que la pelota dejara de girar. 

No, no lo hice.

De hecho la ruleta sigue en movimiento, 

pero la pelota está en el pasado 

y no hay modo de volver a ella. 

A veces he dicho tu nombre por si acaso, 

pero lo máximo que ha sucedido 

es el placer momentáneo de tenerte, 

un breve instante, en la punta de la lengua. 

Te hablo de mí, de la huelga de musas, 

de que bebo más de lo que quiero, 

de que quiero menos de los que debo, 

de que en los sueños siempre apareces como un reproche.

De que el olvido tiene el mismo color 

que los gatos que ya no acaricias, 

para que no se acostumbren al amor 

aquellos que han elegido estar solos. 

Te hablo de mamá. 

De que cada vez que escucha mis llaves en la puerta

tiene ese lapsus de desear que, 

después de que se abra

hubiera otra persona. 

La muerte no solamente arranca una flor,

también marchita el jardín.

En su casa la primavera es como un Unicornio.

No existe.

Te hablo de que tengo la cruel impresión

de estar envejeciendo más rápido 

de lo que dictan mis años. 

De que me sigue doliendo la cabeza, 

la espalda, el alma

y tú.

Te hablo de que ya no lloro en la ducha. 

De que dejo series a medias, 

libros a medias. 

De que es mucho más complicado llegar a un final, 

cuando lo que realmente se necesita es un principio.

Te hablo porque no me escuchas, 

porque de tener esa posibilidad, 

hablarías tú, 

preguntarías tú

y esta vez es muy posible

que te dijera que sí. 

lunes, 11 de marzo de 2024

BELGRADO

 


La guerra ha terminado.

A simple vista no hubo heridos,

otro tema sería que me mirarás por dentro.

Tengo el corazón en la garganta y en el pecho

una trinchera en la que aún se esconde tu nombre.

No ha habido bandera blanca, no ha hecho falta.

Pero es cierto que me he rendido.

Se puede luchar por amor y se puede atacar por odio.

Pero no hay modo de defenderse de la indiferencia.

He tatuado una letra para que la borré la lluvia

nunca he sabido perder sin humedades.

En mi cabeza todo pasaba de un modo diferente,

no había rehenes, ni tregua,

ni ganador, ni vencido.

De hecho no había ni guerra.

¿ Cómo se puede echar de menos

lo que nunca se ha tenido?

Me pregunto mientras guardo la esperanza,

con la ropa sucia.

No hay manchas de sangre.

No has necesitado más que silencio

y una mirada verde de reojo

desde tu huida infinita.

No hay heridas pero dueles.

Dueles como arrancarle una página a un libro,

como que te cuenten el final de una película,

como un secreto en la boca equivocada.

Lo peor no es la derrota.

De eso estoy seguro.

Lo peor es que tengo la sensación

de que he luchado contra mi mismo.

Y me he perdido.